TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT)

NO ME ENCUENTRO, MI VIDA TRAS LA COVID-19

 

DEFINICIÓN

La COVID-19 es un punto de inflexión para todos/as.  La experiencia de esta pandemia y el impacto que tiene en nuestras vidas puede calificarse como un acontecimiento crítico que amenaza a nuestra vida e integridad emocional. Para muchas personas está siendo muy difícil el poder continuar con su cotidianidad, y a esto se le añade la sintomatología de malestar que les acompaña, que en algunos casos puede limitar seriamente la calidad de vida marcando un antes y un después en su biografía, dejando un huella en la misma.

Para entender a grandes rasgos en qué consiste esta huella que se genera, el estrés postraumático es un trastorno que aparece en personas que han sufrido un episodio trágico en su vida (guerras, abusos, muertes adversas de un ser querido, pandemia…), para el cual se han sentido sin recursos y que ha tenido un alto impacto emocional.  Si bien es cierto que no todas las personas que padecen una situación traumática desarrollan este trastorno.

Esto se traduce en que tanto si somos víctimas directas del covid-19 como si no, se pone a prueba nuestra capacidad de adaptación y supervivencia. Como es una amenaza grande, puede haber personas que sintamos que tenemos los recursos para afrontar esto y otras que sintamos que no los tenemos y, desde ahí, podemos desarrollar síntomas que deriven en un cuadro de estrés postraumático.

En esta situación que estamos viviendo, en la que podemos visualizar escenas de cuerpos de fallecidos amontonados, familiares que no se pueden despedir de sus seres queridos, sanitarios teniendo que tomar decisiones durísimas sobre la distribución de recursos, en las que perdemos a personas en situaciones complicadas, etc. es posible que haya personas que lo desarrollen. Por ello, es importante conocer los síntomas para poder identificarlo y ponerle solución. Algunos de ellos son:

  • Dificultades para conciliar o mantener el sueño.
  • Irritabilidad o ataques de ira.
  • Dificultades de concentración.
  • Hipervigilancia.
  • Respuestas exageradas de sobresalto.
  • Re-experimentar el acontecimiento traumático de forma persistente (recuerdos del suceso, flashbacks, sueños…).
  • Experimentar malestar al exponerse a estímulos que recuerdan algún aspecto del suceso.
  • Evitar lugares, personas o cosas que recuerden a lo que ocurrió.
  • Incapacidad para recordar detalles importantes del suceso traumático.
  • Reducción del interés o participación en actividades.
  • Sensaciones de desapego frente a los demás.
  • Sensación de un futuro desolador, de que este malestar no se irá nunca.

Estos síntomas pueden manifestarse durante el primer mes hasta los tres meses, o puede aparecer por lo menos a los seis meses desde el hecho desencadenante, ya que en ocasiones nos resulta muy costoso digerir todo lo que nos ocurre y recurrimos a estrategias que a medio y largo plazo no funcionan o, directamente, no las ponemos en marcha.

Estas alteraciones se prolongan más de un mes y causan un enorme impacto en la vida de las personas dificultando realizar su vida de forma normal.

 

TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT)

 

IMPACTO QUE TIENE EN LAS PERSONAS

Como hemos mencionado antes, este trastorno es muy invasivo y genera gran malestar, marcando un antes y un después en nuestras vidas. Debido a los síntomas, esta dificultad puede conllevar, entre otras cosas, a:

  • Problemas familiares y de pareja. Por ejemplo: al no ser capaz de manejar mis emociones es más fácil que se den conflictos en la comunicación ya que yo me encuentro en estado de alerta y no sé reconocer lo que me pasa.
  • Cambios en la personalidad (nos volvemos más distantes, nos aislamos, más irritables…).
  • Abuso de sustancias para intentar evadir el sufrimiento: como no sé manejar mi malestar acabo recurriendo al alcohol y otras drogas como vías de escape.
  • Ideación o tentativa suicida con el mismo objetivo de dejar de sufrir.
  • Intolerancia a la intimidad, es decir, la conexión emocional que tenemos con otras personas es pobre ya que nos resulta difícil salir del bucle de malestar en el que nos encontramos inmersos.

Podemos distinguir varias fases de la resolución del trauma:

  1. La situación explota: el cuerpo y la mente se activan para procesar la información. Por ejemplo, cuando salimos a la calle a comprar y vemos a las personas con mascarillas y se palpa el ambiente de tensión, nos puede parecer que esto no es real o que estamos metidos en una película de ciencia ficción.
  2. Shock (primeras 24-72h y más allá): nos encontramos confusos, con gran desorganización mental, manifestamos reacciones de estrés o negamos el problema y  comenzamos a sentir rabia, tristeza, miedo…
  3. Impacto emocional: sentimos las emociones de forma intensa (rabia, miedo, culpa, depresión…), tenemos pesadillas, pensamientos intrusivos…
  4. Afrontamiento/ coping: afrontar, entender, reprocesar (¿qué habría pasado si…?)
  5. Aceptación/ resolución: comenzamos a aceptar lo ocurrido y a procesarlo de forma ajustada entendiendo que somos vulnerables pero no impotentes y que no podemos controlarlo todo aunque si nuestra respuesta.
  6. Aprender a convivir con lo ocurrido.

 

ESTRATEGIAS DE MANEJO DEL TEPT

Cuando padecemos este tipo de dificultades, es importante que recurramos a ayuda profesional que nos acompañe y facilite estrategias para poder volver a alcanzar nuestro bienestar. Sin embargo, desde aquí podemos señalar algunas de ellas:

  • Tener hábitos de autocuidado: es importante que con todo el sufrimiento que tenemos, no nos abandonemos frente al mismo. Por ejemplo: cuidar nuestra alimentación, imagen, etc.
  • Planificarnos actividades gratificantes. Unos ejemplos serían dedicarnos espacios durante la semana para quedar con amigos, ir al cine, dibujar… Lo que a nosotros nos resulte agradable.
  • Aprender a pedir lo que necesitamos cuando nos sentimos mal o estamos en un momento vulnerable. Por ejemplo, si noto que las emociones me desbordan quizá prefiero tener un espacio para regularme o prefiero que la persona que me acompaña me ayude a salir de ahí.
  • Practicar ejercicios de relajación y respiración ya que nos ayudan a que nuestro organismo vuelva a su estado basal disminuyendo nuestra activación interna.
  • Gestión de la ira: identificar cuándo me estoy enfadando para salir de la situación con el objetivo de calmarme para, posteriormente, poder volver a retomar la conversación de una forma tranquila.
  • Gestión del estrés: tener espacios que me ayuden a reducir el estrés como hacer deporte, etc.
  • Distracción: realizando actividades que me ayuden a no centrarme en el problema continuamente. Por ejemplo: si veo que aparecen pensamientos desagradables me pongo a ver una serie que me distraiga, a mantener una conversación que me saque del malestar…
  • Entrenamiento en autoinstrucciones. Por ejemplo, cuando me vienen pensamientos que me llevan al momento traumático, repetirme que ahora mismo no me encuentro viviendo ese momento y que estoy a salvo.
  • Pruebas de realidad. Fijarme en situaciones de la realidad que me hacen comprobar que la situación ya no forma parte del presente.
  • Entrenamiento en autorrefuerzo. Es muy importante premiarnos (diciéndonos que lo hemos hecho bien, proporcionándonos algo que nos guste, con algo material…) cuando conseguimos cubrir algún objetivo ya que, al hacerlo, nos estaremos proporcionando esa dosis de gratificación que aumentará la probabilidad de volver a realizar esa conducta.
  • Recuperar cierta sensación de control sobre lo que está en nuestras manos. Distinguir qué depende de mi para afrontar la situación y qué no para tolerar la incertidumbre. Por ejemplo: depende de mí tomar las medidas de protección cuando salga a la calle, pero no depende de mí lo que las otras personas decidan con respecto a las medidas que tomen.
  • Buscar apoyos: es importante poder apoyarnos en las personas de nuestro entorno ya que nos produce gran alivio cuando nos sentimos solos o desbordados por las emociones. Este sostén nos puede aportar consuelo, seguridad, tranquilidad. Sentir que no estamos solos y que nos entienden es de gran ayuda.

Con todo lo que hemos comentado, podemos ver la dificultad y el gran sufrimiento que supone padecer estrés postraumático y lo limitante que puede resultar en nuestras vidas. Si te sientes identificado/a con los criterios anteriormente expuestos y te ves limitado para manejarlo que te pasa no te lo hagas más difícil. Pide ayuda, los profesionales estamos para acompañarte en estos duros momentos. Hay salida.

 

Cristina González Díaz

                                                  Psicóloga sistémica y experta en trastornos alimenticios

                                                                               Centro AtienzaBoada de Psicología

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